Los próximos 23, 24 y 25 de Octubre la Fundación Andreu Nin (FAN) organiza sus IIIº Encuentros, en este caso en la ciudad de Gijón.
En Sigüenza (2007), recordamos a los combatientes -y especialmente a la juventud- que en el verano de 1936 defendieron la pequeña ciudad del ataque de las tropas fascistas, y por extensión a esa institución espontánea y revolucionaria que fueron las Milicias Obreras, las que salvaron a una república que nada hizo por salvarse.
Un año después en Sariñena (2008), por las sierras de Huesca, en la zona del frente ocupada por las milicias del POUM (XXIX División tras la militarización) nos ocupamos de G. Orwell y de tantos internacionalistas que dieron testimonio de su compromiso con la Revolución Española
En ambos casos, el trasfondo de un mismo debate: La relación entre guerra y revolución, socialismo o fascismo, Frente Popular o poder revolucionario de los trabajadores y sus organizaciones...
Debates que, a fin de cuentas, están en la naturaleza de esta Fundación, lo que permite la reinvidicación de la memoria revolucionaria, de los millones que aspiraron a una sociedad sin amos.
Ahora, en Gijón.
En el mes de Octubre se conmemora el 75 aniversario de la Revolución de Asturias, punto de inflexión en el largo proceso de la revolución social. Desde Octubre de 1934 ya nada fue lo mismo, la querida República depositaria de las más sentidas aspiraciones emancipatorias había declarado la guerra a las clases trabajadoras y amenzaba con devenir en dictadura fascista. Es por ello que estos Encuentros rinden homenaje a un movimiento obrero singular, siendo en su época referencia obligada de todo proyecto socialista.
Una región industrializada (minería, siderurgia, fábricas de armamento, producción de explosivos, construcción naval...) que disponía del más alto nivel de vida de la España republicana, con las más reducidas tasas de analfabetismo, con una clase obrera consciente, sumamente organizada y avezada en multitud de conflictos, poco dada a las aventuras y hostil al oportunismo. La política de Alianzas Obreras -impulsada por el BOC y la ICE- encontró, en esas tierras, un terreno fértil para su desarrollo más completo. Primero la UGT y la CNT, luego el PSOE, inmediatamente el BOC y la ICE. Sólo la FAI y el PCE rehusaron su incorporación, por lo menos hasta el 5 de Octubre, día en que el movimiento revolucionario se desató en las cuencas mineras.
Esta unidad se adorna bajo las siglas UHP, las ciudades y pueblos, las fábricas y las empresas se cubren de una tupida red de Comités de la Alianza Obrera, dispuestos a cumplir las funciones de asamblea unitaria, de órgano insurreccional y de embrión del nuevo Estado revolucionario. Durante quince días combatieron por la creación de una nueva sociedad, asombraron al movimiento obrero internacional e impidieron la instauración de una dictadura fascista deseada por las viejas clases dominantes y parasitarias. La derrota impuso una represión terrorista de dimensiones desconocidas hasta entonces; mientras, de un rincón al otro de país, el nombre de Asturias fue pronunciado con orgullo por las clases obreras, en claro anuncio de un futuro desquite.
Esto, que no es poco, queremos recordar con respeto y admiración.